La imagen del Pastor es una de las más frecuentes en la Biblia
para referirse a Dios en su relación con el pueblo. En el
evangelio de Juan de este cuarto domingo de Pascua se presenta
Jesús como Buen Pastor del rebaño de Dios (Jn 10,11-18). Con esta
alegoría Jesús muestra que el buen pastor, a diferencia del
asalariado, es el que da la vida por las ovejas, el que las
defiende, las guía y las acompaña. Con este discurso el Señor se
presenta como ejemplo ante los pastores religiosos y políticos del
pueblo y en claro contraste con el modo de actuar de todos ellos.
En el trasfondo de la crítica evangélica resuena la voz de los
profetas del Antiguo Testamento que ya habían utilizado la figura
pastoril para denunciar a los dirigentes políticos por ejercer su
misión sembrando entre las gentes temor y angustia (Jr 23,1-6).
Por eso se hacen merecedores del juicio condenatorio de los
profetas cuando les dicen "!Ay de los pastores de Israel que se
apacientan a sí mismos! ¿No es el rebaño al que deben apacentar
los pastores? Vosotros os tomáis la leche y os vestís con la lana;
matáis las ovejas cebadas, pero no apacentáis el rebaño. No habéis
fortalecido a las débiles ni habéis curado a las enfermas; no
habéis vendado a las heridas, no habéis hecho volver a las
descarriadas ni buscado a las perdidas, sino que las habéis
conducido con crueldad y violencia." (Ez 34,2-5).
Al oír de violencia y crueldad es inevitable que el pensamiento
no se vaya a los pastores del mundo que han generado y provocado
la recién acabada guerra de Irak. Un elemental balance sobre esa
injusta invasión debe empezar por el recuento de las víctimas. Las
cifras muestran que son miles las personas que han muerto en ella,
muchas de ellas civiles, niños y mujeres. Y son centenares los
heridos y mutilados que llevarán en sus cuerpos de por vida la
firma del terror. Me pregunto quién será responsable de la sangre
de esas víctimas. Hay algunos que inculpan a Husein de las
víctimas de la guerra provocadas por las fuerzas aliadas. Quienes
piensan así son los que funcionan con la misma extraña lógica de
los terroristas etarras cuando éstos responsabilizan al Estado
español de los horrendos asesinatos que ellos perpetran... Yo más
bien creo que los responsables de todas esas víctimas en Irak son
otros. Y ésta es una responsabilidad que no se puede eludir ni
echar en el cajón del olvido por mucho que ahora los aliados estén
ocupados en la reconstrucción de Irak. (¿Cómo olvidar al niño
mutilado, sin brazos y cubierto de quemaduras, cuya imagen
difundieron los medios de comunicación durante esta semana
santa?). En nuestras sociedades democráticas hay un deber moral y
político que es reivindicar el derecho a la vida de los que ya han
muerto como víctimas inocentes. Quienes conculcan este derecho
deben asumir esa responsabilidad y atenerse a sus consecuencias.
Lamentablemente este tipo de guías de la humanidad y de
pastores políticos de la ciudadanía no sienten ni siquiera
vergüenza por los crímenes cometidos o propiciados. Incluso
arengan descaradamente a sus seguidores a vivir sin vergüenza y a
cabalgar sobre los muertos pues, según ellos, la vida continúa
(¡aunque no la de todos!).
¡Qué lejos están de la imagen del Buen Pastor que da la vida!
Ojalá escuchen hoy la voz del Señor.