Al Tercer Isaías pertenece la lectura
profética de este tercer domingo de Adviento (Is 61,1-2.10-11). La
misión del profeta es anunciar la buena noticia a los pobres, declarando
un año de gracia que alude a los años sabáticos y jubilares y cuyo
contenido fundamental es el anuncio gozoso de la libertad para los
oprimidos y cautivos: "El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque el
Señor me ha ungido, me ha enviado para dar la buena noticia a los
pobres, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la
amnistía a los cautivos, y a los prisioneros, la libertad, para
proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro
Dios, para consolar a todos los afligidos, para alegrar a los afligidos
de Sión; para cambiar su ceniza en corona, su traje de luto en perfume
de fiesta, su abatimiento en cánticos" (Is 61,1-3).
Pero el profeta hace una contraposición
sumamente llamativa entre el año de gracia y un día de desquite. El día
de desquite se identifica en los profetas con el día del Señor, un día
de juicio y de confrontación del Señor con todos aquellos pueblos y
personas, incluso israelitas, que se opongan al plan de justicia de
Dios. Como la del faraón de Egipto en los tiempos del éxodo, así será la
suerte de todos los que atentan contra los pobres. La palabra del
profeta anticipa el día crítico contra los tiranos y explotadores y
contra los que sostienen el sistema social de opresión y sus cómplices.
Es como una amenaza del mismo Dios que se hace eco del clamor de los
que, ya acallados, apenas pueden gemir suspirando en la desolación, en
la indigencia y en la desesperación. El anuncio profético emite una
sentencia en defensa de los pobres, oprimidos y afligidos. Por éstos y
por todas las víctimas se anuncia el desquite y la venganza de parte de
Dios como gracia que libera del sufrimiento, restituye la dignidad de
las personas y rehabilita para vivir en libertad. Ésta es la actividad
esencial del profeta, de todos los profetas y en todas las épocas.
Esta actividad profética de denuncia de
situaciones injustas, de atención a las personas socialmente marginadas
y a los colectivos oprimidos, excluidos y perseguidos es la que llevan a
cabo con audacia muchas personas, creyentes y no creyentes, en la
defensa de los derechos humanos. La semana que concluye ha sido
especialmente relevante por la celebración del Día Internacional de los
Derechos Humanos el pasado 10 de diciembre. Ese día por la tarde, a las
puertas del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Murcia, en
una concentración pacífica de muchas personas convocadas por diferentes
plataformas sociales de solidaridad con los inmigrantes y
reivindicativas de los derechos humanos, se presentó la película
testimonial "En el camino", de Manuel Martín Cuenca, que muestra el
largo éxodo y la posterior expulsión de los nigerianos Stanley Roberts,
Eghe Osayande y Según Taiwuo, inmigrantes expulsados desde Murcia en el
año 2000, se hizo memoria de las más de cuatrocientas personas
expulsadas desde Murcia a lo largo del año 2002, se denunciaron las
deficiencias de las condiciones de habitabilidad y de servicios básicos
de los diversos CIEs de España, se pidió el cese de las expulsiones de
los "sin papeles" y la abolición de la ley de extranjería vigente en
España.
Que en la proximidad de la Navidad no caiga en
saco roto el mensaje de los profetas de los derechos humanos.
José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"
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