"La radicalidad en el seguimiento de Jesús"

La verdad, 15 de Octubre de 2000

 

El evangelista Marcos es el primero en hacer una recopilación amplia de diferentes relatos y tradiciones orales o escritas sobre los hechos y enseńanzas de Jesús que culminaron con su muerte en la cruz. Unos cuarenta ańos después del acontecimiento trascendental de la resurrección de Cristo, se compuso esta primera obra de las cuatro que posteriormente se denominan «evangelios». Una muestra de esa tarea redaccional y creativa del evangelista es el texto que hoy proclama la iglesia católica (Mc 10, 17-31) y en el cual se pueden distinguir fácilmente tres partes: un rico religioso y cumplidor que quiere ganarse la vida eterna (Mc 10, 17-22), la constatación, por parte de Jesús, de la dificultad de los ricos para entrar en el Reino de Dios (Mc 10, 23-27), y las consecuencias de convertirse en auténticos discípulos de Jesús (Mc 10, 28-31). El hilo conductor de esta composición de escenas originariamene distintas es el tema del seguimiento. La invitación de Jesús a seguirle para entrar en la dinámica del Reino de Dios, como propuesta alternativa a los sistemas de valores vigentes en su época y en la nuestra, es una llamada cuya radicalidad reclama nuestra atención.

La radicalidad de la propuesta de Jesús afecta, en primer lugar, a la concepción de la vida religiosa, mostrando las consecuencias de una existencia centrada realmente en Dios, el único bueno y todopoderoso por excelencia. En el diálogo con el rico queda de manifiesto, desde la perspectiva de Jesús, la insuficiencia de toda religiosidad limitada al cumplimiento de los mandamientos y legitimada por las tradiciones recibidas del pasado, pero incapaz de corresponder a la novedad inédita de Jesús, que reclama la concentración de la vida en Dios y sólo en Dios como único Seńor, la renuncia al dinero y el seguimiento de su persona.

Igualmente radical es también la proyección social de la conversión que Jesús pide. La conversión requiere un cambio de mentalidad que permita orientar la mirada hacia los más pobres de esta tierra, hasta convertirlos en los beneficiarios primeros de los bienes de que disponemos. La renuncia a los propios bienes en favor de los indigentes es condición ineludible para el seguimiento. Tras la retirada del rico que rechazó la invitación de Jesús, éste constata y reitera la enorme dificultad de los ricos y opulentos para entrar en el Reino de Dios y acoger afectiva y efectivamente el mensaje del Evangelio. La propuesta radical de Jesús supone una ruptura personal con el dinero y con el sistema de vida y de valores que éste configura. Mediante la donación de los bienes a los pobres la renuncia al dinero se convierte en algo irreversible y definitivo. De este modo los seguidores de Jesús se identifican con su maestro, se convierten también en pobres y entran plenamente en el dinamismo del Reinado de Dios.

El próximo domingo, día del Domund, la Iglesia celebra que la llamada a convertirse en verdaderos testigos de la fe por la causa de Jesús y por el Evangelio ha calado profundamente en miles de hombres y mujeres, misioneros y misioneras. Son personas cuyas vidas han cambiado de rumbo, pues habiendo centrado su vida en Dios y por la causa de los pobres, han renunciado a todo tipo de bienes, al dinero y a la familia para ir transformando esta tierra en un hogar de fraternidad en torno al único Padre. Todos ellos, por su entrega total de la vida y frecuentemente sufriendo persecuciones, son un signo vivo del Reinado de Dios en nuestro mundo y un estímulo para que todos nos tomemos en serio la radicalidad del Evangelio.