"¡Parad la guerra!"

La Verdad, 21 de Octubre de 2001

 

La situación del mundo está polarizada en la actualidad por los ataques aéreos con bombas y misiles contra las ciudades de Afganistán, por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña, que cuentan, además con la ayuda logística de las naciones aliadas de la OTAN y un amplio apoyo internacional. Todo ello como consecuencia de los terribles atentados terroristas que tuvieron lugar en Nueva York y Washington el 11 de Septiembre y que fueron perpetrados por criminales suicidas, obedientes a las órdenes de un millonario fanático y psicópata, que ha agudizado la crisis de este mundo injusto provocando nuevos focos de violencia, de guerra y de barbarie, generadores de miedo y de muerte.


Los atentados causaron unas cinco mil víctimas en una masacre terrorista sin precedentes que no puede tener justificación alguna y ante la cual es preciso, por parte de las autoridades de la comunidad internacional, una actuación contundente contra los que la maquinaron y apoyaron. Si la identificación del responsable y sus secuaces está demostrada, sin lugar a dudas hay que ir a su búsqueda y captura, para que se haga justicia.


Pero esto no se puede realizar a cualquier precio. Si la violencia engendra una violencia aún mayor es urgente parar la guerra. Se nos está anunciando ya la muerte, en el plazo de un mes, de medio millón de personas en Afganistán como consecuencia de la desnutrición habitual en aquella región, agravada ahora con la invasión. Se trata del país más pobre de Asia. A su trayectoria de miseria, de injusticia y de opresión hay que sumar la catástrofe de esta guerra tan singular, que provocará miles de víctimas inocentes. Morirán muchos, pero parece que, por ser pobres, no importarán tanto. ¿Quién será responsable de su muerte ya prevista?

Un mundo de gentes que matan o dejan morir y de gentes que mueren. ¡Cuántas víctimas! ¿Dónde está la justicia? También el evangelio de este domingo (Lc 18,1-8) habla de la justicia social. Una viuda, paradigma bíblico, junto a los huérfanos e inmigrantes, de los sectores sociales marginados, reclamaba con insistencia la justicia a la que tenía derecho ante un juez frívolo, descreído e injusto. Éste accedió a su petición aunque sólo fuera por perderla de vista. ¿Cuánto más Dios hará justicia con sus elegidos, que son todas las víctimas de la opresión, los que claman a él día y noche en cualquier lugar del mundo?


Desde la perspectiva de la viuda la parábola es una apología de la reivindicación no violenta de la justicia. La reivindicación de la justicia exige motivación, insistencia y convicción profunda. La viuda acudía con perseverancia con firmeza y tenacidad. La viuda pedía que se hiciera justicia, no reclamaba venganza alguna. La oración cristiana consiste en vivir pidiendo justicia, clamando día y noche desde los oprimidos, con todas las víctimas y por todos los marginados. El padrenuestro es la expresión del deseo comprometido de que se implante la justicia de Dios en este mundo. Es la oración de los que creen en el Reino de Dios, de los que trabajan por él y lo buscan incesantemente.


Pero ¿ante quién hemos de reivindicar justicia para las víctimas? Ante Dios mediante la fe y la oración y, al mismo tiempo, ante los poderosos de la tierra mediante la palabra y la razón. Con insistencia y convicción. Sabiendo que rezar no es simplemente pedir. Es creer y trabajar por la justicia de un Dios que no quiere más derramamiento de sangre fratricida entre los seres humanos, pues a partir de Jesús crucificado hay una sangre fraterna que grita en el mundo con más fuerza que la de Abel. Si la de éste clamaba venganza, la de aquél proclama el perdón, como única salida para la espiral de violencia en la que está sumida la tierra.
En el día del Domund la Iglesia se reconoce toda ella misionera y proclama la audacia de los grandes testigos de la fe, hombres y mujeres que, desde la fe cristiana y por amor a los últimos, a las víctimas de este mundo, trabajan por la justicia.

Insistamos, pues, en el clamor de las víctimas: !Parad la guerra!

José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"