"Un mar de dudas"

La Verdad, 11 de Agosto de 2002

 

En las costas levantinas se prevé para este domingo mal tiempo, con bajada brusca de las temperaturas, inestabilidad atmosférica, lluvias y tormentas fuertes. Probablemente hasta las cariñosas del Mediterráneo levantarán sus crestas agitadas por el viento y dificultarán el baño saludable de sus veraneantes. Ojalá me equivoque y no sea así, pero parece que esto es lo previsto por los meteorólogos para este fin de semana.

En todo caso puede servir este tiempo hostil anunciado para reflexionar sobre el evangelio del domingo, pues también allí el mar es símbolo de hostilidad, de vientos en contra y de zozobra de los discípulos, que representan a la Iglesia. El evangelista Mateo relata la travesía contra corriente (Mt 14,22-33) reproduciendo en la historia de Jesús lo que parece más propio de una escena de encuentro de los discípulos con el resucitado en el entorno del mar de Galilea. Tras el milagro del reparto de pan entre cinco mil, símbolo de la atención y satisfacción de las multitudes necesitadas gracias a la disponibilidad y solidaridad de los discípulos, Jesús apremia a los suyos a ir a al otra orilla del mar, es decir, al mundo de los paganos, de los no creyentes y alejados. De noche y en medio del mar, estando los discípulos en la barca sobreviene una tempestad de viento contrario. La presencia irreconocible de Jesús entre las brumas de la madrugada infunde ánimo en medio de la confusión y valentía frente al miedo. Pero Mateo introduce en su relato la duda de Pedro, el cual requiere más evidencias. No le bastan los signos realizados hasta ahora por Jesús, ni el prodigio admirable de haber participado activamente en el milagro del reparto del pan. Su deficiencia en la fe le valió el reproche de Jesús. Pero Pedro es el reflejo vivo de la deficiencia de la fe de la comunidad eclesial hasta incluso teniendo delante al resucitado (Mt 28,17).

Creo que las múltiples dudas que hoy abruman y asustan a los creyentes no debieran ahogar la voz del Señor Jesús que, en medio de la noche, sigue llamándonos por nuestro nombre y nos dice a ti y a mí y a cada uno: ¡Ven!


La poca credibilidad de la Iglesia en los tiempos que corren va unida a la deficiencia de fe de la Iglesia y especialmente de sus responsables. En mi trayectoria vital he visto obispos y sacerdotes con mucho miedo. Miedo a apechar con las exigencias ineludibles de verdad, de transparencia y de justicia que emanan del Evangelio. Miedo a la radicalidad de vivir la libertad del Espíritu en la confrontación con la mentira desde la denuncia profética. Miedo a salir a la intemperie y navegar mar adentro por los derroteros de la cultura moderna para ser en ella como la levadura en la masa. He visto obispos y sacerdotes chantajeados y amedrentados por los
sectores económicamente poderosos de la Iglesia y de la sociedad, que se hunden en el mar, que se se venden a cualquier postor abaratando el mensaje del evangelio hasta llegar a desvirtuarlo. He visto responsables de la Iglesia que no quieren ir a la otra orilla, la de los no creyentes y alejados, la de los pobres y marginados, por estar ensimismados en sus seguridades y preocupados por la adquisición y conservación de privilegios o puestos de honor en la carrera eclesiástica, descuidando la dimensión testimonial, misionera y transformadora de la Iglesia.

En este mar de dudas de la Iglesia ¡aumenta, Señor, nuestra fe! Que podamos reconocerte a ti, escuchar tu voz y seguirte sólo a ti y sin miedos.


José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"