"La exigencia cristiana de la igualdad"

La verdad, 2 de Julio de 2000

 

Imaginemos que cada uno de los 93 millones de hogares de los Estados Unidos es representado por uno de sus miembros, cuya estatura es proporcional a la renta del hogar respectivo. Imaginemos un desfile, que ha de durar exactamente una hora, encabezado por las personas más bajas (los más pobres) y cerrado por las personas más altas (las más ricas). Supongamos que usted mide 1,80 m. (que tomaremos como estatura media) y que observa el desfile en el mismo plano que los que desfilan. Su estatura de 1,80 m. representa una renta anual poco inferior a 50.000 dólares (de 1989).

El desfile de una hora lo inician personas muy bajas, y la estatura de los que desfilan va incrementándose progresivamente. Al cabo de ocho minutos, la persona que pasa delante de usted mide unos 45 cm. Esa persona no le llega a usted aún a la altura de su rodilla, pero sí ha llegado al umbral de la pobreza. Al cabo de media hora, mira usted de nuevo, esperando quizá que pase por delante de usted alguien de su misma altura, pero, para su sorpresa, comprueba que el desfile sigue siendo de enanos. La persona que pasa en el minuto treinta mide sólo 1,12 m. Tendrá usted que esperar a que hayan pasado casi tres cuartas partes del desfile para que llegue alguien de estatura media (1,80 m.). A los cincuenta y cinco minutos, los que pasan miden ya 2,74 m. (= 75.000 dólares: la renta del hogar de una pareja de profesores titulares de humanidades, por ejemplo). Dos minutos y medio después, la estatura de los que pasan ha crecido 91 cm. más, con lo que miden el doble de la estatura media, es decir, 3,60 m., que representan una renta de 100.000 dólares. De pronto, las cifras empiezan a dispararse: un minuto más tarde, cuando sólo quedan noventa segundos de desfile, pasa el presidente de los Estados Unidos, que mide 7,31 m. Y luego, en los segundos finales, las cifras crecen a un ritmo vertiginoso. Pasan los que ganan un millón de dólares con 36,5 m. (cinco veces más que la estatura del presidente). Pero incluso estos gigantes son pequeños en comparación con los colosos que pasan fugazmente durante los últimos microsegundos del desfile. Los sesenta patrimonios de más de mil millones de dólares en los Estados Unidos en el año 1990 tendrían, una estatura de más de 1.600 m. Hasta hace poco, la última persona del desfile habría sido Sam Walton, cuya fortuna familiar se estimaba en 21.100 millones de dólares. Su estatura se habría elevado hasta la altura de 38.600 m., es decir, más de cuatro veces la altura del Everest.

Éste es un cuento de David Schweickart, un filósofo y economista norteamericano, que en su libro Más allá del capitalismo, desenmascara la desigualdad generada por el sistema económico capitalista vigente y propone un modelo social denominado "Democracia Económica" como una alternativa viable al capitalismo salvaje neoliberal.

Actualmente la riqueza combinada de las tres familias más ricas de la tierra es mayor que la renta anual de 600 millones de personas de los países en vías de desarrollo. En el año 2000 Paul G. Allen, con 30.000 millones de dólares sería, según el cuento, un gigante de unos 54.281 m., la familia Walton con sus 64.000 millones mediría 115.800 m. y Bill Gates -de Microsoft- con sus 90.000 millones alcanzaría una estatura de 164.644 m. ¿Se lo imaginan? Pues lo peor es que la tendencia a la desigualdad en el planeta es cada vez más creciente y alarmante. De hecho, en los últimos cuatro años, las 200 personas más ricas del mundo han duplicado su riqueza hasta alcanzar un montante de un billón de dólares, mientras que en el mismo período, la gente que vive con menos de un dólar al día sigue siendo la misma: unos 1300 millones de personas. Y, como es sabido, en los últimos 30 años el 20% más pobre de la población de la tierra redujo su participación en el ingreso mundial del 2,3% (1960) al 1,1% (1997), mientras que el 20% más rico aumentó su ingreso del 70% al 85%. Si el cuento se hiciera a escala mundial estaríamos hablando de un desfile de gnomos.

Cuando los cristianos estamos en el corazón del año Jubilar a 2000 años del nacimiento de Jesucristo, San Pablo reclama a los cristianos algo más que fe, algo más que palabras, algo más que amor, y pide una gran generosidad en favor de los pobres de la tierra tal como hizo en la colecta para los pobres de Jerusalén. Sus razones son dos: por exigencia de la igualdad y porque Cristo mismo se hizo pobre (cf. 2 Cor 8,9-14) hasta el extremo de vivir y de morir como un judío marginal de radicalidad profética indiscutible. La apuesta por la igualdad en la distribución de la renta y de la riqueza de la tierra es inherente al mensaje cristiano.