"Contra los gendarmes de la globalización"

La verdad, 24 de Septiembre de 2000

 

Del 26 al 28 de Septiembre tendrá lugar en Praga el 55º encuentro anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), en el que participarán banqueros, economistas e inversores de todo el planeta con el objetivo de proponer una liberalización completa de la economía mundial como único instrumento viable para resolver los problemas del mundo. Sin embargo, ambos organismos se han convertido en auténticos gendarmes de la desigualdad en el capitalismo global.

Estas instituciones, fuera de todo control democrático, imponen sus políticas sangrantes pasando por encima de parlamentos y gobiernos estatales y evitando el control de la sociedad civil, y constituyen en realidad el auténtico gobierno del mundo a la sombra. Como instrumentos del gran capital, FMI y BM han logrado abrir las economías de los países del Tercer Mundo a la voracidad del capital transnacional, han conseguido eliminar regulaciones y derechos en el campo laboral y medioambiental y establecer bases industriales con bajos costes de producción. El gran capital y sus organismos institucionales son los responsables del incremento de las desigualdades y de la expansión de la pobreza.

Con talante profético la carta de Santiago, que estamos leyendo estos domingos en la Iglesia católica, desenmascara los conflictos del ámbito social y comunitario, entre los cuales clama al cielo la explotación injusta de los pobres por parte de los ricos. Merece especial atención el gran lamento que acusa y condena dicha situación. Es, sin duda, una de las palabras más críticas del Nuevo Testamento contra los ricos y, por consiguiente, contra el sistema económico de desigualdad progresiva imperante en nuestro mundo actual: «Y ahora, los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen encima. Vuestra riqueza está podrida y vuestros trajes se han apolillado. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y su herrumbre se convertirá en testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. ¡Habéis acumulado riquezas... en los últimos días!. Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el (jornal) que vosotros habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor. Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis pegado la gran vida, habéis cebado vuestros corazones en el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, ¿no se os va a enfrentar Dios?.» (Sant 5,1-6).

Esto no es una exhortación a la penitencia, sino un anuncio profético de castigo sobre los ricos (cf. Is 13,6; 15,3). Es la perspectiva del juicio último ante el único juez y legislador. Como en una visión profética se contempla el final negativo de las riquezas acumuladas. Entonces el oro y la plata testimoniarán contra los ricos. No solamente se aborda el problema de la acumulación de riqueza, sino la explotación de los pobres trabajadores por parte de los ricos como fundamento de la misma. Los oprimidos claman al cielo y la causa es el salario injusto (cf. Dt 24,14; Eclo 34,14-26), pero Dios, justo juez, escucha el grito del pobre y las súplicas del oprimido. Las palabras acusan duramente a los ricos porque su lujo y su gran vida suponen la condena y el asesinato del inocente.

Con esta perspectiva tiene pleno sentido que los creyentes nos manifestemos abiertamente contra la globalización económica y contra sus gendarmes, el FMI y el BM.