"Un evangelio inoportuno"

La Verdad, 19 de Agosto de 2001

 

Como estamos en verano y muchos disfrutan de vacaciones en lugares diferentes de su domicilio habitual, seguramente algunos de los que vayan a misa podrán pensar que se han equivocado de iglesia al oír el evangelio. Pero no. No se han equivocado.

El evangelio de Lucas de este domingo es así, aunque parezca inoportuno. Se trata de un breve fragmento de palabras de Jesús que aparece instruyendo a sus discípulos en su recorrido hacia Jerusalén (Lc 12,49-53). Expresiones como «fuego he venido a lanzar a la tierra» y «no he venido a traer paz sino división» no parecen del lenguaje de Jesús. Son muy duras al oído y demasiado radicales como para que hayan sido pronunciadas por Jesucristo.

En realidad lo que ocurre es que estamos acostumbrados a una imagen dulzona, meliflua y conciliadora de Jesús, que se ha utilizado muchas veces para legitimar la pasividad, la resignación y la indiferencia ante los graves problemas del sistema social y religioso vigente.

Pero Jesús es consciente de la lucha que lleva consigo la realización del Reino de Dios en esta tierra. Él habla paradójicamente de conflictos y de luchas, de división y de un fuego que ya está ardiendo. Jesús no ha venido a dejar en paz el mundo en que vivimos, ni a traer una paz tranquilizadora que evite los conflictos a toda costa. Su postura no es diplomática ni de connivencia alguna con el mal.

Su radicalidad al enfrentarse con los dirigentes religiosos, desenmascarando la mentira y la hipocresía del culto vacío que éstos practican y la ostentación del poder que ejercen le va a costar en último término la cruz.

Pero éste es el destino de los profetas cuando, por ser fieles a Dios, proclaman y defienden la verdad. La misión del profeta es mirar la realidad en toda su profundidad para descubrir en ella, mucho más allá de las apariencias, las causas últimas, los motivos determinantes y el afán de poder que se esconde detrás de cualquier coyuntura social, política y religiosa injusta.

Por eso, los jerifaltes de palacio tiraron al aljibe al profeta Jeremías, porque les molestaba oír su crítica profética y amenazante (Jer 38,4-6) que ponía en evidencia con su denuncia el engaño al que tenían sometido a su pueblo.

La razón de los conflictos reside en que la palabra de Dios es capaz de iluminar los lados oscuros de la realidad. Si queremos que nuestro mundo y nuestra Iglesia cambien, fijemos nuestros ojos en este Jesús del evangelio.

Un Jesús que, lejos de cualquier postura neutral, adopta un talante firme y radical de lucha contra la pobreza y la injusticia, contra la hipocresía y la manipulación de Dios, enseñándonos que hemos de trabajar con ahínco contra la exclusión y la opresión de los débiles, de los pobres y de los inmigrantes.

Adoptar esta misma postura de Jesús puede complicarnos la vida y crearnos algunos problemas, pero no tengamos reparo en hacerlo, pues aún no hemos llegado a la sangre en nuestra lucha contra el pecado y contra el mal.

José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"