"La «quema simbólica» del Banco Mundial"

La Verdad, 1 de Julio de 2001

 

El Banco Mundial tenía previsto celebrar en Barcelona durante la pasada semana una conferencia sobre desarrollo económico. El Banco Mundial es una institución pública internacional, en manos de las grandes potencias, al servicio de las empresas transnacionales y del capital financiero, pagada por los impuestos de los países enriquecidos y por los intereses abusivos de la deuda externa de los empobrecidos del mundo.

La violencia, a veces encubierta o disimulada, pero siempre patente, que esta institución del poder económico genera se manifiesta en múltiples formas de explotación y de esclavitud, en el hambre y la miseria, en los numerosos conflictos armados de distintas regiones del planeta, en la persecución y exclusión legalizada de los inmigrantes, en el aumento de la desigualdad social, en la reducción generalizada de los derechos laborales y en el incremento del trabajo precario. La reacción ciudadana ante estos macrofenómenos de clamorosa injusticia social ha ido suscitando a escala internacional un movimiento contra la globalización capitalista, el cual pretende crear resistencias ante dichos procesos y denunciar la perversidad del sistema, generando así una concienciación crítica de la ciudadanía que sea capaz de gestar un mundo basado en el control democrático de los bienes y en la solidaridad entre pueblos y entre personas.

Esto es lo que han pretendido hacer hasta ahora las distintas movilizaciones de Seattle, Bangkok, Praga, Göteborg y Barcelona. Esto mismo es lo que se pretendía hacer en Murcia la noche del pasado 23 de Junio en el Jardín de la Seda con la «quema simbólica» del Banco Mundial en la Hoguera lúdico-festiva de San Juan prevista por la Red Murciana contra la Europa del Capital. Como la autoridad municipal correspondiente no lo permitió, según parece para que no se estropeara el pavimento ni los árboles del bosque, a los críticos pacifistas murcianos se les aguó la hoguera en la Seda, pero no se les apagó la chispa que les permite seguir propugnando la resistencia solidaria contra la globalización capitalista.

No sé bien si la represión de la libertad y el sofoco de cualquier chispa que atente contra el sistema económico, social o religioso, es algo intrínseco al poder, pero hasta el mismo san Pedro lo sufrió en su cuerpo. Hoy lo cuenta el texto lucano de los Hechos de los Apóstoles (Hch 12,1-12). El rey Herodes, después de degollar a Santiago, para agradar a los judíos metió en la cárcel a Pedro. El motivo real del encarcelamiento fue la conversión vivida, al fin, por el primero de los apóstoles, el cual tras la adhesión a la fe cristiana de Cornelio, un pagano, reconoce que Dios no hace distinción de personas y acepta al que practica la justicia sea de la nación que sea (cf. Hch 10,34). La acogida a los paganos sin imponerles la circuncisión prescrita a los judíos suponía atentar contra una norma esencial del sistema religioso. La liberación de Pedro saliendo de la cárcel por la intervención prodigiosa del ángel de Dios en la semana de pascua evoca literaria y teológicamente las noches de la historia en las que Dios ha conducido a la libertad a pueblos y personas.

En las noches de esta tierra encadenada los poderes de este mundo no podrán sofocar la chispa que ha prendido en el corazón de los que trabajan por la paz y la justicia.

 

José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"