"Adivina adivinanza"

La Verdad, (no publicado) Abril de 2003

 
 
Quisiera proponer hoy al lector el juego de las adivinanzas.

Un elemental balance sobre la injusta invasión de Irak, que ya se da por terminada, debe empezar por el recuento de las víctimas. No hay que esperar a conocer las cifras definitivas para constatar que son miles las personas que han muerto en ella, muchas de ellas civiles, niños y mujeres. Y son centenares los heridos y mutilados que llevarán en sus cuerpos de por vida la firma del terror. Me pregunto quién será responsable de la sangre de esas víctimas. Hay algunos que inculpan a Husein de las víctimas de la guerra provocadas por las fuerzas aliadas. Quienes piensan así son los que funcionan con la misma extraña lógica de los terroristas etarras cuando éstos responsabilizan al Estado español de los horrendos asesinatos que ellos perpetran... Yo más bien creo que los responsables de todas esas víctimas en Irak son otros. Y ésta es una responsabilidad que no se puede eludir ni echar en el cajón del olvido por mucho que ahora los aliados estén ocupados en la reconstrucción de Irak. (¿Cómo olvidar al niño mutilado, sin brazos y cubierto de quemaduras, cuya imagen han difundido los medios de comunicación durante esta semana santa?). En nuestras sociedades democráticas hay un deber moral y político que es reivindicar el derecho a la vida de los que ya han muerto como víctimas inocentes. Quienes conculcan este derecho deben asumir esa responsabilidad y atenerse a sus consecuencias.

Un analista social de nuestro tiempo identifica y analiza la figura del "idiota moral" en las sociedades actuales a partir del fenómeno del asesinato de masas. A juicio de N. Bilbeny, este mal tiene su causa en la apatía moral de seres inteligentes. Éstos no son meramente "necios" ni simplemente "idiotas", sino idiotas morales. El idiota moral no es tanto un transgresor deliberado del bien cuanto alguien que se ha sustraído a él. Está retirado en su fortaleza privada, indiferente a razones y hechos. Lo más parecido en la literatura es la figura de Macbeth, que, más que odio a la vida o amor a la muerte, lo que siente es indiferencia por una y otra. Militar valeroso y obediente dispuesto a ascender a cualquier precio, se sirve de mentiras y vive del juicio ajeno. No ama el mal, sino la imagen de sí mismo haciendo el mal. Insensible al mal de los demás, le preocupa la imagen de sí mismo que le devuelvan los otros. El nazismo dio vida al tétrico Macbeth, no tanto en la persona delirante de Hitler como en la del mariscal Hermann Göring, que organizó la Luftwaffe y la Gestapo y fue el máximo responsable de todos los crímenes juzgados por el tribunal de Nürnberg.

Entre los rasgos principales del idiota moral destacan la insensibilidad, la falta de afecto y la incapacidad para sentir angustia ante el mal de los otros. En esto consiste la apatía moral. El psicópata puede conocer la ley y simultáneamente ser incapaz de asimilarla. El psicópata moral comprenderá que una acción es un crimen, pero no siente ni resiente sus consecuencias. No siente ni siquiera vergüenza por el crimen cometido o propiciado. Arenga descaradamente a sus seguidores a vivir sin vergüenza y a cabalgar sobre los muertos pues, según él, la vida continúa (aunque no la de todos). El psicópata moral sabe lo que dice, pero no lo que hace.

Ahora el juego consiste en adivinar el nombre de, al menos, tres idiotas morales de nuestro tiempo.

José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"