"Por la abolición de la deuda"

La verdad, 19 de Marzo de 2000

 

En este año jubilar merece una especial consideración el único momento, según los evangelios, en que Jesús aborda el sentido del año de gracia. Lucas presenta a Jesús en Nazaret anunciando la buena noticia a los pobres y la liberación a los oprimidos: "El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar la vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor" (Lc 4,18-19). Se trata del texto jubilar de Is 61,1-2, del cual Jesús hace una lectura diferente. Al insertar la frase "libertar a los oprimidos" de Is 58,6 y eliminar la de "un día de venganza" de Is 61,2 Lucas da una orientación más precisa a la misión de Jesús, acentuando su sentido liberador. Su intervención profética liberadora a favor de los pobres, de los cautivos por endeudamiento y de los oprimidos, delata la situación opresora de la que son víctimas. Se trata de una opresión económica no aceptable para Dios, y a la que por tanto el profeta escatológico, Jesús, el último y definitivo, ha de enfrentarse.

La omisión evangélica del "día de venganza" anunciado en Is 61, 1-2 no elimina, como podría parecer, el sentido de juicio crítico del año de gracia. El juicio contra los poderosos, contra los ricos, los explotadores y los tiranos está presente en este evangelio con un énfasis especial. En el Magnificat al comienzo del Evangelio (Lc 1,46-55) en María se hace patente la confianza de los pobres en el Dios que da pan a los hambrientos y despide de vacío a los ricos, que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Las bienaventuranzas lucanas a favor de los pobres (Lc 6,20-23) tienen la contrapartida y "el desquite" de las malaventuranzas contra los ricos (Lc 6,24-26). El juicio último de Dios sobre la historia humana revela su justicia y se manifiesta en la inversión de la situación social imperante, tal como cuenta la parábola de Lázaro y el rico (Lc 16,19-34); y la auténtica conversión a Jesús implica un cambio radical de la persona en el aspecto económico, de lo cual es un paradigma la figura de Zaqueo, un pervertido del dinero que pasa a ser un ejemplo de atención a los pobres (Lc 19,2-10). Así pues, la supresión de las palabras de venganza en Lucas no se han de entender como una pérdida de radicalidad del sentido profético de la justicia social en el año de gracia, sino más bien con una orientación diferente del mismo.

Por otra parte, los oyentes de la sinagoga reaccionan extrañados al oír las palabras de Jesús sin hacer referencia alguna al desquite. En el diálogo posterior con sus paisanos se pone en evidencia el rechazo de Jesús entre los nazarenos. ¿Por qué motivo? Éstos se han sentido provocados en realidad por el alcance de liberación universal proclamado por Jesús. En el contexto político de dominación romana de Palestina los nazarenos se consideraban los destinatarios exclusivos de la liberación anunciada en el año de gracia por su pertenencia al pueblo judío, mientras que los destinatarios de la venganza de Dios serían los otros pueblos, sobre todo aquel al que estaba sometida la tierra de Palestina. El anuncio universal de liberación del que Jesús es portavoz resultaba inaceptable para los judíos; se lo impedía su espíritu nacionalista excluyente. Los ejemplos aducidos por Jesús y tomados del Antiguo Testamento muestran el carácter universal de la liberación proclamada por él en el año jubilar. Los beneficiarios del favor de Dios a los que Jesús se remite son dos extranjeros: la pobre viuda de Sarepta en el territorio de Sidón (1 Re 17,9) y Naamán el sirio leproso (2 Re 5,15). Jesús sorprende a sus paisanos al demostrar que los destinatarios de la liberación no son ellos por su pertenencia étnica o religiosa al pueblo de Israel, sino todos los necesitados, oprimidos y excluidos independientemente de su credo religioso y de su identidad cultural o étnica.

Desde hace dos días hasta hoy se está realizando en esta región la consulta social por la abolición de la deuda externa de los países empobrecidos. Es una propuesta de democracia participativa que pretende concienciar a la ciudadanía sobre el endeudamiento de los pueblos del sur del planeta con los Estados, los organismos financieros y la banca comercial internacional, analizando sus causas, mostrando sus terribles consecuencias de desigualdad creciente y de injusticia clamorosa. El crecimiento económico de los países ricos no puede ser el objetivo primero de sus políticas. No nos engañemos. La aplastante mayoría no es principalmente la que vota en las sociedades acomodadas como la española, sino la que ni vota ni puede votar, la que sigue cautiva, explotada y sometida a la opresión económica del capitalismo salvaje, que sigue aumentando las deudas de los empobrecidos con el cobro de los intereses crecientes generados por la deuda. Este fenómeno potencia la miseria y favorece la inmigración. Contra esta inercia diabólica de nuestro mundo hoy podemos pronunciarnos. Hoy podemos votar por la abolición de la deuda externa en distintos lugares de nuestra región. Al hacerlo estaremos contribuyendo con voz y voto a la transfiguración de este mundo y, concentrándonos como Jesús en la liberación de los pobres, de los inmigrantes y de los excluidos, nuestra palabra solidaria se convertirá en un testimonio profético de alcance universal. Aunque a algunos no les guste.