"La tentación"

La Verdad, 9 de Marzo de 2003

 

 

 

El primer domingo de cuaresma invita a reflexionar sobre la tentación. Experimentar la tentación es un hecho de la vida humana por el que Jesús también pasó. En el ámbito religioso la gran tentación consiste es servirse de Dios en vez de servir a Dios. Y esa tentación se presenta de muchas maneras.

 

Las tentaciones de Jesús más conocidas, las desarrolladas en los evangelios de Mateo y Lucas, provocan a Jesús confrontándolo con el diablo en la concepción de la religión. Al rechazar aquellas tentaciones Jesús rechaza la concepción de una religión milagrera (la transformación de las piedras en pan), la de una religión asentada en el poder (subir al monte del poder) y la de una religión convertida en espectáculo (saltar desde el alero del templo).

En Marcos, sin embargo, sólo se constata el hecho de que Jesús experimentó la tentación (Mc 1,13). Pero los que ponen a prueba a Jesús más adelante son los fariseos e incluso el mismo Pedro. La primera tentación es la petición caprichosa de una demostración del poder taumatúrgico de Jesús solicitada por los fariseos (Mc 8,11). Los fariseos no querían dar crédito a los milagros realizados hasta ahora por Jesús. Éste no hacía los milagros para realzar su poder ni en beneficio propio sino para atender a las necesidades primarias de la gente, hambrienta, enferma y leprosa, manifestando a través de ellos la ruptura con todo tipo de barreras de exclusión de los marginados así como el alcance universal de su salvación al traspasar las fronteras étnicoreligiosas entre judíos y gentiles. Jesús se negó a hacer más señales de las ya hechas.

La otra prueba puesta por los fariseos fue la cuestión de la igualdad del hombre y de la mujer. En Mc 10,2, mediante la indisolubilidad del matrimonio, Jesús trata de defender, entre otras cosas, a la mujer indefensa ante la frecuente arbitrariedad del marido que la podía despedir por cualquier motivo, abandonarla y dejarla en condiciones muy precarias de vida. Jesús no entró en el juego de la injusticia institucionalizada.

En la tercera (Mc 12,15) ante la imagen del Cesar en una moneda Jesús recrimina al poder religioso de los fariseos y al poder político del emperador la opresión que unos y otros ejercen sobre el pueblo. Jesús desenmascara así los dos tipos de opresión ejercida sobre el pueblo de Dios, la política y la religiosa. Tampoco aquí cayó Jesús en la tentación de tomar partido por unos o por otros, pues ambos tiranizaban a la gente.

Por último, el evangelio cuenta cómo Pedro, el apóstol, es llamado Satanás por Jesús (Mc 8,33). Y es que la tentación más real es no querer asumir el conflicto que implica la predicación del Reino de Dios con todas sus consecuencias. Los poderes religiosos, políticos y económicos quedan cuestionados por la autoridad moral de Jesús, que se enfrenta abiertamente al templo, que corrige la concepción mesiánica centrada en el poder y que rompe todos los esquemas sociales al anteponer al ser humano que sufre por encima de toda ley. Ser coherente con las exigencias de solidaridad, de misericordia y de servicio a los que sufren y permanecer fiel en el trabajo por el Reino de Dios y su justicia lleva consigo estar dispuesto a aceptar la cruz de cada día, a asumir el conflicto con las fuerzas antagónicas del Reino. Cuando Pedro no quiere oír hablar de esto e increpa a Jesús, éste lo llama Satanás.

Señor ¡No nos dejes caer en la tentación!

 

José Cervantes Gabarrón,
sacerdote y profesor de Sagrada Escritura,
director de la revista "Reseña Bíblica"